“Además, es una patología potencialmente mortal. Por ejemplo, se estima que un individuo que haya tenido más de un episodio de depresión en su vida, tiene un alto riesgo de morir por suicidio”, apunta el Dr. Manuel Ortega, médico psiquiatra y Director de Humana Docencia.
La depresión también puede agudizar el curso de otra patología, debido a que afecta al sistema inmunológico. “Esta enfermedad puede generar que el individuo sea más susceptible a adquirir infecciones, ya que –al alterar al sistema inmunológico- se disminuye la cantidad de defensas que produce el organismo”, explica el Dr. Ortega.
Este sistema también mantiene controlado el crecimiento celular; por esta razón, cuando se trastorna su funcionamiento, se puede producir un aumento en el desarrollo de células cancerígenas.
De igual forma, se estima que las personas que han sufrido un infarto del miocardio y sufren depresión poseen un 20-30 % de probabilidad de sufrir un nuevo evento cardiovascular.
Mitos y realidades
El especialista comenta que un importante número de personas cree que la depresión es un problema de voluntad. “Es común que las personas le digan a un familiar depresivo las siguientes frases: `Tú tienes que salir de esta situación; nadie te va a poder ayudar si no pones de tu parte; lo que quieres es llamar la atención´, sin saber que estos comentarios agravan aún más la patología del paciente. Por lo tanto, lo ideal es motivarlo a que acuda a psicoterapia, a fin de que pueda enfrentar los problemas que están perturbando su vida”.
Otro mito que ha surgido es sobre las consecuencias del uso de los antidepresivos, fármacos que aparecieron en la década de los 60 y que, en la actualidad, han mejorado su perfil de eficacia y seguridad. “Algunos piensan que los fármacos que indican los médicos de otras especialidades son medicinas y los que prescriben los psiquiatras son drogas, lo cual es totalmente falso. Los antidepresivos no causan dependencia, ya que no originan una satisfacción inmediata como lo puede hacer, por ejemplo, los juegos de azar o las sustancias psicotrópicas, más bien son una herramienta eficaz para tratar una importante enfermedad, cuyo uso -si se realiza bajo supervisión médica- se puede suspender sin que ello genere importantes efectos secundarios”.
Comenta que los antidepresivos no son una salida artificial a la depresión, sino una resolución estratégica, ya que trata la base biológica que está produciendo el cuadro depresivo. “También es bueno señalar que estos medicamentos, como cualquier otro, pueden producir efectos adversos, los cuales se observan muy pocos en la antidepresivos actuales, debido a que poseen un adecuado perfil de tolerancia”.
Aclara que algunas personas, por desconocimiento, sugieren a su familiar depresivo la utilización de tranquilizantes, medicamentos que sólo tratan la angustia, pero no la depresión. “Es importante mencionar que los antidepresivos son sumamente efectivos. Se estima que, aproximadamente, un 70% de las personas que utilizan antidepresivos para controlar su enfermedad comienza a mejorar sus síntomas entre la tercera y cuarta semana de haber iniciado el tratamiento”.
El Dr. Ortega señala que, para evitar recaídas en el paciente, la terapia debe durar, por lo menos, un año. “Las personas con depresión, al ver que sus síntomas mejoran, suspenden el tratamiento a los pocos meses de haber iniciado la terapia. Sin embargo, para evitar que vuelvan a sufrir un cuadro depresivo, se les recomienda continuar la terapia, como mínimo, durante un año”.
Después de este análisis, el especialista concluye que lo ideal es que el paciente con depresión asista al médico psiquiatra, a fin de que pueda recibir un adecuado tratamiento para su enfermedad.
Fuente: Tips Imagen y Comunicación
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